domingo, 29 de noviembre de 2009

SelfHate.



Me miro al espejo y siento ganas de llorar.
El espejo no me ve.

sábado, 28 de noviembre de 2009

Fridaynight.





La estrecha fuerte entre sus brazos. A oscuras.
Intentan salvar las distancias.
Y se les ha olvidado respirar, por eso dicen tantas tonterías.
O quizás es que se quieren... quién sabe...

Ella le besa. Y viceversa.
Juegan a tocarse con los labios; a abrazarse con fuerza.
Y siempre ganan los buenos, como en las guerras.
Pero en estas sólo valen las patadas, las miradas.

- Me gusta como me tratas -dice ella. No es una confesión muy común. Más porque, de todo lo que uno piensa, nunca se le ocurre decir eso; algo tan obvio para el corazón.

Él la besa, le acaricia el pelo.
Hace frío, dicen. Envidiosos todos aquellos que caminan pisando el asfalto; pensando que la playa les espera bajo él.


viernes, 27 de noviembre de 2009

Liar.


No sé qué coño decir. Pero se me atascan las palabras de no hablar.
Siento rabia, siento tristeza. Soy estúpida, y me frustra.
Quisiera recuperar mi tiempo perdido.
Castigarme una y mil veces. Por romper mis propias promesas.

Y hoy no va a ser un buen día. Y me da igual cuánto tiempo quede para el juicio final.
Porque hoy no estaré. Y ya me siento lejos.
Y tonta, y rabiosa, y enfadada, y mentirosa...
Me enfada más aún que me falte el verbo para contarlo... Porque no sé cómo coño se escribía, de pronto.

Y hay tantas cosas que tengo y no merezco que aún espero que alguien las reclame para sí, dejándome como a quien no es que no tenga nada, es que lo ha perdido todo. Por su culpa. Por la mía.

Los mentirosos van al infierno.
Yo debo pertenecer a un rango superior porque en el mío hace frío. Mucho.

lunes, 23 de noviembre de 2009

Monochr(h)ome.


A veces no es que uno esté demasiado lejos de casa,
es que es el hogar el que se encuentra en la distancia.


Entonces duele más.



sábado, 21 de noviembre de 2009

Se acerca el invierno.


"Y a deshora sale un sol alumbrando una esquina, y alegrándome el día..."


"¿Dónde están los besos que te debo? En una cajita.
Que nunca llevo el corazón encima... por si me lo quitan."

viernes, 20 de noviembre de 2009

De alguna manera...





Me gustaría ser todos los aspectos de tu vida.
De la vida de todos.
Sentirme imprescindible para que, cuando en días como hoy, pierda el rumbo y me deje flotar, a la deriva, simplemente por falta de ganas de hundirme, y de nadar, encuentre razones gravadas a fuego en mis tablas.
Me gustaría ser aquella... por la que lloraste cuando te dejó solo, a la que le escribiste tu alma, la que dejó un luto de año en tu corazón vigoroso.
Me gustaría ser aquella que recordarás las noches más frías en las que ser un hombre casado, con un trabajo, con tres hijos... no sea suficiente.

Y en lugar de eso me mantengo en precario equilibrio en los cables de tu corazón, deseando morir electrocutada y fundirme con tu sangre, y envenenarte para siempre.
Y respiras mirando por la ventana. Intento besarte.
Me siento caer.
No imaginas lo que duele la caída al abismo que me aleja más y más de ti.
Y no es el miedo al final; chocar contra el suelo casi es más prometedor que el descenso eterno en el que tengo tiempo de ver en qué fallé.
En querer robar los corazones, para que nadie lata sin que lo sepa yo.

Claro que estoy triste.
Claro que estoy enfadada.
Nada que no se cure con reposo; horas de cama.
Canciones y más canciones. Que me ayuden a esperar, a saber que es más importante que sean felices. Más importante que el hecho de si son míos o no...

Y cierras los ojos, quieres olvidarme.
Y cruzo la calle, intento besarte.

Soy una hija de puta.
Y últimamente la clase me la dejo a los pies de la cama, frotándose con suavidad contra todo talento que alguien mintió diciendo que tenía...

Xana - Avalanch




"...Junto a la fuente en la que un día juré
que jamás querría tanto a una mujer..."

Había olvidado que yo ya no creía.
Y volvía a casa pensando en si alguien me diría esta soberana tontería algún día.

jueves, 19 de noviembre de 2009

Insane.




No sé qué respiraba antes.
Cómo pasaban las tardes.
Por qué sonreía.

No sé para qué podía querer llegar a casa.
O ser.
Olvido cuándo debía sonreír, cuándo tocaba dormir.

Y desconozco aquello que me mantenía despierta, en pie.
Si es que se puede decir que aquello fuese un estado en lugar de una postura.

Dejarse caer en pie.
Caída vertical eterna.

Sólo para poder susurrarte: cógeme.
Y fingir que yo soy fuerte, fingir que me vuelvo débil.

Pierdo la cabeza que no recuerdo dónde dejé.

miércoles, 18 de noviembre de 2009

El abrazo más bonito del mundo.


Tengo una historia que contar, la historia de el-abrazo-más-bonito-del-mundo.


En una de esas ciudades que vienen y van, de un sol nunca tan bonito como del del norte, ella bajaba las escaleras, con lentitud. Pensaba en él. Quería haberle dicho una última vez que le quería, al oído.
Miró el reloj para no tener que ver cómo salía a la calle, donde de nada le servía el oxígeno.
Con cada paso se convencía de que el echar de menos son sentimientos que no están hechos para ella. Y entonces, ¿por qué la presión de su pecho le empujaba de nuevo hacia la 221?
Malditos números.

Paró un taxi. El teléfono sonó.
Todo demasiado deprisa, como si el reloj que derramaba su arena vomitase aquello que lo componía, para volverse volátil, un recuerdo impregnado a la piel...

"No te has despedido", dijo.

Ella podía acallar su voz interior, podía fingir que si se ahogaba era por el humo de los bares, no es que le faltase el aire...
Podía volverse inmune a sí misma, no, sin embargo, a aquella voz, a aquel tono, a aquellas palabras.

Corrió, dejando su mano aún en la puerta del vehículo.
De pronto había demasiada gente, le estorbaban. Demasiadas personas entre ella y su destino.
Y se volvía torpe, y se volvía tonta...

Subió los peldaños de dos en dos. Subía pensando en él.
Y lo vio, esperándola.
En sus brazos sintió que le fallaban las fuerzas. Se convulsionaba su pecho.
Había olvidado respirar. Le dio igual.

¿Y todavía te preguntas por qué tienen alas los dragones?

martes, 17 de noviembre de 2009

Monotonie.


No quiero que llegue el martes, y volver a la monotonía.
No porque no me gustase la vida que llevaba... es más bien porque siento un vacío emotivo que estos días pasados se van a llevar consigo.
Volver mañana a clase sería como decirle al mundo que sí, que me resigno.
Como regresar el hijo pródigo a casa y sufrir la humillación del padre sabio... que nos acoge en su seno sin protestas, no sin reproches.

La sangre seca que cubre mi nariz forma una capa impermeable a los aromas que no sean los de los últimos días.
La tierra que se enreda en mis pestañas impide que vea otra cosa que no sean noches largas y trenes de recorridos apremiantes.


No quiero que sea mañana, y resignarme a no ganar; tener que esperar y depender del tiempo.
Me duele un poco la distancia.

lunes, 16 de noviembre de 2009

Bedtime stories





"No quiero que nuestra historia se pierda."

Entonces háblame de ella...

sábado, 14 de noviembre de 2009

Al otro lado de la línea.


"El teléfono marcado no se encuentra disponible en este momento, por favor, inténtelo de nuevo más tarde..."
Una voz femenina, una voz que no es la tuya, da igual cuántas veces llame, no deja de contestarme por ti. Me pregunto quién será. Quién en el mundo tiene la voz que pueda hacerme sentir bien cuando una mujer que habla en tu nombre me dice que NO ESTÁS. Y no estás.

Desde las siete llamando, esperando una llamada.
¿Lo peor? Lo sabía. De esas veces que somos narradores omniscientes mudos. No he dicho nada, por si acaso.
Llamada tras llamada, que no vas a recibir.
Casi hemos intimado la mujer del teléfono y yo. Me habla de ti.
A ella también le gusta oír tu voz... casi siento hasta celos.

De todas formas, me gustaría gastarme todo mi dinero en tu buzón de voz, fingiendo que hablo contigo. Que te cuento que busqué el video y no lo encontré; que seguro que, donde estés, ya no llevas la goma, seguro que te la han quitado.

Cogería un tren mañana para ir a verte. Pero creo que ya he hecho bastante.
Lo siento.

Me despido de la amiga del teléfono. Le digo que te cuide, que te trate bien.
"...o si lo desea puede mandar un mensaje que el destinatario recibirá en cuanto le sea posible."

Cuelga.
Se apaga la pantalla y todo queda a oscuras.
Me abrazo fuerte al móvil, aunque no vayas a contestar; sinceramente, me importa una mierda.

Y así señores, es como mejor sé tratar a la gente.
Quizás sea hora de aprender el lugar que me corresponde, y dejar de jugar.
Buenas noches, cielo.
soylopeor

viernes, 13 de noviembre de 2009

Breath.


Sobresaturación.
Asimilación.
Negación.
Enfermedad.
Sonrisas.

Invierno, latiendo.
Shhhh

"Don't forget to breath tonight"



jueves, 12 de noviembre de 2009

No.title





De pronto, bajo el agua, sientes esa mezcla de pánico y calor, de besos y puñales, de nidos con espinas.
Sales temblando, porque.hace.frío.
Y no hay nadie para hacerte no-pensar.

No deberías quedarte sola nunca, porque te vuelves así.
Así, como los naranjos que agonizan, como las canciones que hacen llorar.


domingo, 8 de noviembre de 2009

Cigarettes. S.M.S




¿Qué me pasa? Mucho tiempo sola. ¿Y cuánto es mucho? Depende de la compañía.
Y que es domingo, con Russian Red. Que no quiero estudiar, que necesito cometer estupideces. Reírme, rebatirme. Romper(me) las teorías, teoremas, teologías... Todo.
Me pasa y me vuelve a pasar. Como el estornudo intermitente; que significa que alguien piensa en mí.
Fumo pretenciones. Pretenciosa, ese es mi adjetivo.
Me enfado sola y me disuelvo en las volutas de humo del tabaco que juré no fumar.
Comienzo a amar la ventana que filtra la luz. Pretendo escapar por ella, desplegar los brazos. Pretendo que sean alas.
Preciosa.
Preciosa la tormenta que oigo enturbiar el cielo, aclarar mis ojos.
Ahora gritaría, saltaría. Sé que acabaría llorando.
Que hoy el mundo se me queda pequeño, hoy el futuro me parece pasado perfecto.
Me asfixio de tanto respirar... Hoy pasaría la tarde en la cama, o viendo películas, follando, jugando al parchís... Es igual, con tal de no ser "la pretenciosa".

No sé dónde debo estar. Pero no es aquí.

3ª publicación de hoy.
Voy a dar vueltas por mi jaula.
El cielo está precioso.
Estoy enfadada.
De pronto estoy sola, porque de pronto soy "La peor compañía". Porque así lo quiero.
Repito, el cielo está precioso.
Olvidaos de los demás náufragos: salvad sólo MI alma...


Sunday morning lovers: Metafísica del cepillo de dientes.



Domingo por la mañana y la metafísica del cepillo de dientes.
El cielo blanco, como en invierno, bombardea nuestra retina publicitando el frío, las navidades.
En la televisión los anuncios de juguetes que hubiese querido con cinco años me hacen sonreír. Sonrío por ese letrero que sale en la pantalla, en la parte inferior, en el que pone: "Precio superior a 60 euros". Y aún no sé de ningún niño que sepa de la existencia del letrero.

Miro mis pies descalzos recogerse en sí mismos. Me encanta el frío del sofá: es un frío soportable, de los que se pasan con una manta.
No he mirado el móvil aún, porque es domingo, y los domingos no son para que uno se ponga triste, ni para que uno se ponga contento.

El cepillo de dientes hace un sonido peculiar esta mañana. Es porque todo lo demás está callado.
Y el sabor de menta (pero-de-la-que-no-pica) de la pasta me hace sonreír.

Debería quitarme las lentillas de la noche anterior, y debería limpiarme los ojos, que ahora se han convertido en una masa verde y negra, donde pequeñas piedras de carbón-rimel duermen abrazadas a mis pestañas. Estos son los amantes del domingo por la mañana.
Los llevo encima y los veo en el espejo, como casi toda yo.
Y no voy a separarlos, dejaré que se peguen y se amen hasta que, pasada la soledad del último día de la semana, decidan regresar a sus propias camas, azorados y avergonzados por todo lo que le han dicho a un extraño, pero sonriendo por habérselo dicho a alguien.

Me siento la reina de lo voyeur, observando con atención la orgía entre el cepillo, la lengua, la pasta, los dientes... y yo sonrío. Hasta las pestañas y el rimel han cesado sus carantoñas por el escándalo de aquí abajo, hasta las pestañas y el rimel observan, abrazados, el espectáculo que ofrecen aquellos que no necesitan amor para sentirse bien.
Nos conocemos, no finjamos pudor.

El cepillo se despide, besa a todos y todas. Alguien entre el público le lanza rosas.
No hay pesar: el show se repetirá, demasiadas veces a lo largo de nuestra vida.
No obstante, he de admitir que ningún otro día es tan magnífico este ritual como un domingo por la mañana...



Cansada.
Hoy no tiro dados, hoy no muevo ficha.
Porque no me apetece pensar en lo que perdí.
Porque no me apetece pensar en lo que he ganar.

jueves, 5 de noviembre de 2009

Fallen.




La acaba de re-encontrar. Sí, ni siquiera sabe su nombre, pero ya la vio hace años, en un sueño.
La ve entrar, y algo dentro de él, quizá en sus pantalones, quizá en su pecho (poco importa, la verdad, y menos a él) le dice que tiene que ser suya. Que si alguna vez tuvo moral o deseos que no fuesen ella, ahora reniega de ellos como se reniega del viejo sofá cuando encontramos un cálido regazo en el que dormir.

Se acerca a ella, de sus métodos para llevárselas a la cama queda un niño tembloroso, temeroso de espantar la ilusión que sonríe; y no es a él.
Sus palabras quedan petrificadas en la garganta, ante la mirada de la Medea más bella que nadie haya podido querer capturar jamás.

Da media vuelta, cierra los ojos, la enfrenta.
Se ha puesto el yelmo, la armadura; carga con su espada y su escudo, y viste la seguridad que quiere quitarse de encima en la oscuridad, a tientas, mientras la desnude.

Siente que cada vez que besó a otra mujer fue infiel a sus labios, a su imagen, a su voz... siente tanto que le pesa la conquista más que la derrota. Pero pesa aún más la ausencia.

Le pregunta: ¿Cómo te llamas?¿De dónde eres?¿A quién cantas cuando te duchas?¿Crees en el azul del cielo?¿Me has necesitado tanto como yo a ti?

Y no la toma de la mano, porque ella es suya, y lo sabe en la medida en la que él es suyo.
No necesita coger su mano, porque ella se aferra a su camiseta y sonríe.

Le sigue.

Podría ser un tarado (lo es), un cabronazo (lo es), podría ser un gilipollas de esos que al final nunca llaman... Podría incluso ser de aquellos que la van a enamorar para robarle el corazón, correr y llevarse su encanto con ellos, dejándola vacía (y probablemente lo hará)...

Y esa posibilidad es precisamente una de las que más la atraen.
Se aferra a él.
Le sigue.


Él es suyo en la medida en la que ella es suya.
Y lo que ambos desconocen es que, tras reencontrarse después de tanto tiempo, independientemente del final de la noche, de la historia, se echarán de menos en lo que les quede de otoño. En todos los otoños que les queden.

miércoles, 4 de noviembre de 2009

Grandes Post-polvos mentales I


- ¿Qué haces?
- Nada.
- Eso es físicamente imposible, para empezar, ahora mismo, aunque no lo sepas, tu cuerpo está realizando cientos de acciones...
- Vale, te hago decir tonterías.
- Exacto.
(sonríe)


*Escoge a tus compañeros de cama por cuánto te reirás cuando los dos calléis mirando al techo*

martes, 3 de noviembre de 2009

De porqué los dragones tienen los ojos oscuros III



Su aliento acaricia tus manos, las besa.
Te gusta pensar que no quiere que te vayas; que si te coge tan fuerte entre sus garras es poque teme que desaparezcas.
Y no sabe que son los dragones las criaturas fantásticas que se funden con los sueños mientras te haces la dormida.
Y se van.
Lo sabes porque despiertas con frío, porque de las alas del dragón queda una estela en la arena, que conduce hasta el mar.

Tienen los ojos oscuros y, si te miras en ellos, te consumes en las llamas que laten en su pecho.

Hunde la cabeza en tu pecho, respira.
Respira como si llevase años sin hacerlo.
Cierra sus ojos, los cierras. Y enredas tus dedos en su pelo.
Sabes que jamás debes tocar la cabeza de un dragón. No te importa.
Porque sonríes, y escuchas cantar a sus dedos, a los tuyos.
Buscas sus labios a tientas.
Y escuchas cómo tiemblan las pestañas, cómo se filtra la luz y se derrama sobre el suelo, de madera.
Antes de consumirte entre las sábanas te aferras a él: el clavo ardiente de tu tabla en el océano.
Arqueas la espalda, se eriza tu piel, arden tus pupilas.
Su aliento acaricia tu cuello, tu mejilla. Te besa.

Vuelves a tu torre, te dejas caer sobre el suelo, escarchado, de mármol.


***

Subo las escaleras. Pienso en llegar a casa, mirar el móvil y ver si hay algo que me haga sonreír.
Pienso que me meteré en la ducha, sin mirarme demasiado al espejo, y agacharé la cabeza dejando que el agua me derrita, me lleve a otro lugar.


"You take my breath away"

lunes, 2 de noviembre de 2009

Bed.


***
[se ríe]
- ¿Qué haces?
- Te intento asesinar.
- ¿Mordiendo la almohada?
- Sé que es parte de ti.
[se ríe de nuevo y le revuelve el pelo]
***

domingo, 1 de noviembre de 2009

Goodnight.



Como cada vez que hay humo parpadeante en mis pupilas, echo de menos quien me distraiga.
Muero de envidia ante los besos de aquellos que ni conozco.
Muerdo con fuerza mi alma, mi grito de miradas que quiere salir.
De echar de menos. De añorar.
Me ahogo.

De perder el tiempo esperando un mapa del tesoro, siento fuego en los pies.
Algo me insta a correr, a irme y cantar.

Necesito, esta noche, más que cualquier otra, mi beso.
Mi ataque furtivo y acorralamiento contra la pared.
Que beses mi sonrisa. Que me alejes de este mundo.
Que ya no quiero ver más.

Y es sonido lo que me queda.
El de después de un beso:
Tu corazón, triunfante.
El mío, silencio; se ha olvidado de latir.

De forma que poco a poco, los engranajes, giran.
Despierto después de ver tus ojos (oír, tu aleteo de miradas).
Despierto cuando tocas mi cara. Para cerciorarte de que estoy ahí, que (aún) no he huido.

Despierto por tu forma de besarme, para no romperme, para no asustarme.
Despierto por tu afán de besarme mientras duermo, de no querer despertarme.
Despierto por tu beso de buenas noches.

Y el frío a mi lado me enseña que, sólo por milagro, vendrás a desearme buenas noches.
Y te diré, en la oscuridad, repitiendo lo aprendido, el castigo por marcharte: "No son buenas si no estás".

¿Y quién me piensa mejor mientras duermo?

Quiero un beso en una calle.
Que todos se mueran de envidia.
La misma envidia que me araña la sonrisa.